martes, 9 de octubre de 2018

Callicidas no, gracias

Las lesiones de la piel más frecuentes en los pies son las hiperqueratosis (comúnmente conocidas como “durezas”). En la mayoría de los casos se producen por la respuesta de nuestra piel al aumento de presión en un área determinada. Generalmente, la hiperqueratosis es extensa con los bordes no definidos y un color amarillento que corresponde al acúmulo de queratina.



La presión es una magnitud de medida de fuerza, la cual resulta del cociente de fuerza / superficie. Cuando el área de la piel que soporta la presión es más reducida, la presión que soporta la piel es mayor por cm2. En estos casos puede producirse una hiperqueratosis más reducida en extensión y llegar a formarse un heloma (comúnmente conocidos como “callos / ojos de pollo”). Estos poseen una coloración más oscura y los bordes bien definidos, generándose en profundidad desde las capas profundas de la piel. Cabe destacar que existen otro tipo de helomas que no son dependientes de la presión y su fisiopatología es diferente.
Ante una lesión hiperqueratósica/heloma es importante acudir al podólogo para determinar la causa que lo produce. A partir de aquí se decide el tratamiento más adecuado, que en la mayoría de los casos consistirá en la deslaminación / enucleación mediante bisturí de las lesiones. Cuando las lesiones aparecen a nivel plantar, en la gran mayoría de casos tienen un componente biomecánico que se puede tratar realizando un correcto estudio de la pisada y unas plantillas personalizadas. Otros casos precisarán de tratamientos mediante separadores/correctores de silicona, cirugía, etc.
Existen métodos de tratamiento que consisten en apósitos queratolíticos (callicidas), los  cuales son comercializados como la solución definitiva a estos problemas. Los podólogos desaconsejamos rotundamente la utilización de estos productos, pues producen una serie de complicaciones que empeoran la lesión. Su mecanismo de acción es mediante agentes químicos (por ejemplo el ácido salicílico) que producen una quemadura de la piel con la que entran en contacto. Los problemas principalmente son dos:
Por un lado la quemadura producida por el callicida nunca es delimitada y específica en la zona de la lesión hiperqueratósica (desplazamiento del apósito, sudoración…). Esto produce una irritación de la piel de alrededor, lo que produce aún más dolor que la propia lesión inicial.
Por otro lado el tratar una lesión hiperqueratósica con un callicida no elimina la causa del problema, simplemente genera una herida. Esta herida cicatrizará y en cuanto la piel esté reparada, volverá a generar queratina. En el mejor de los casos nos quedará una cicatriz dolorosa que tendrá difícil solución.
La utilización de callicidas es muy peligroso en cualquier paciente por la inflamación que se llega a producir a causa de la quemadura y por el alcance en profundidad. Las quemaduras producidas después de destruir epidermis y dermis pueden llegar incluso a afectar al tejido graso y al hueso. En la mayoría de los casos se producen infecciones de las ulceras producidas por este tipo de productos, lo que enlentece el proceso de curación.  Además existen quemaduras tratadas mediante amputaciones en pies de riesgo como es en el caso de la diabetes.
Es por todo lo expuesto anteriormente que desaconsejamos su utilización y  que antes de intentar tratamientos con productos de este tipo consulte con su podólogo.
Dra. Carla Lanuza Cerzócimo

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