Las personas con diabetes mellitus presentan numerosas complicaciones graves que afectan a muchas áreas órganicas y se prolongan en el tiempo.
Existen dos tipos de diabetes mellitus: tipo 1 y tipo 2. En ambos tipos la cantidad de azúcar (glucosa) en la sangre está elevada. Las personas con diabetes, ya sea de tipo 1 o tipo 2, son propensos a tener complicaciones como resultado del nivel de glucosa elevado. Sin embargo, dado que la diabetes tipo 2 puede estar presente durante algún tiempo antes de que pueda diagnosticarse, las complicaciones de la diabetes tipo 2 pueden ser más graves o estar más avanzadas cuando se diagnostica la enfermedad.
Las personas con diabetes mellitus pueden presentar numerosas complicaciones graves que se prolongan en el tiempo. Algunas comienzan a los pocos meses de iniciarse la diabetes, aunque la mayoría suelen aparecer al cabo de algunos años. Suelen empeorar de forma gradual. Si se padece diabetes, es necesario controlar de forma estricta la glucemia para que la probabilidad de que aparezcan complicaciones o de que empeoren las ya existentes sea menor.
Causas
La mayoría de las complicaciones de la diabetes son el resultado de alteraciones en los vasos sanguíneos. Cuando las concentraciones de glucosa se mantienen altas durante mucho tiempo, los vasos sanguíneos, tanto de pequeño calibre como de gran calibre, se estrechan. Como consecuencia, disminuye el aporte sanguíneo a muchas zonas del organismo, lo que da lugar a complicaciones diversas. Existen varias causas de estrechamiento vascular. En las paredes de los vasos sanguíneos de pequeño calibre se acumulan sustancias compuestas por azúcares complejos que provocan su engrosamiento y la aparición de fugas. Además, el control inadecuado de la glucemia tiende a aumentar la concentración de sustancias grasas en la sangre, lo que resulta en ateroesclerosis y en un menor riego sanguíneo en los vasos de gran calibre.
Tipos de complicaciones de la diabetes
Complicaciones vasculares de la diabetes
La ateroesclerosis provoca infartos de miocardio y accidentes cerebrovasculares (ictus, infarto cerebral, derrame cerebral); asimismo, ocurre entre 2 y 6 veces más a menudo en personas jóvenes con diabetes que en ausencia de diabetes.
Con el paso del tiempo, el estrechamiento de los vasos sanguíneos puede dañar el corazón, el cerebro, las piernas, los ojos, los riñones, los nervios y la piel, lo que da lugar a angina de pecho, insuficiencia cardíaca, accidentes cerebrovasculares, calambres en las piernas al caminar (claudicación), visión deficiente, insuficiencia renal, daños neurológicos (neuropatía) y erosiones cutáneas.
Problemas cutáneos en la diabetes
La mala circulación en la piel provoca úlceras e infecciones y una cicatrización más lenta de las heridas. Cuando se padece diabetes, existe una tendencia especial a desarrollar úlceras e infecciones en los pies y en las piernas. Con mucha frecuencia, estas heridas cicatrizan muy despacio o de modo incompleto, y puede ser necesario amputar el pie o parte de la pierna.
Es frecuente contraer infecciones bacterianas y fúngicas, sobre todo, en la piel. Si existe hiperglucemia, los glóbulos blancos (leucocitos) no pueden combatir las infecciones con eficacia, por lo que existe una tendencia a que las infecciones sean más graves y tarden más en resolverse.
Problemas oculares en la diabetes
Las lesiones en los vasos sanguíneos de los ojos pueden provocar pérdida de la visión (retinopatía diabética). La cirugía con láser sella herméticamente los vasos sanguíneos hemorrágicos de los ojos y evita una lesión permanente en la retina. Por lo tanto, cuando se padece diabetes, es necesario someterse a exploraciones oftalmológicas anuales para detectar de forma precoz la aparición de estas lesiones.
Retinopatía diabética
Daño renal en la diabetes
El funcionamiento de los riñones se ve alterado, lo que resulta en insuficiencia renal, que puede requerir diálisis o trasplante. Se analiza la orina para detectar una posible concentración excesivamente alta de proteínas (albúmina), que es un signo precoz de lesión renal. Cuando se observan los primeros indicios de complicaciones renales, se suelen recetar inhibidores de la enzima convertidora de la angiotensina (IECA), unos fármacos que retrasan el avance de la nefropatía.
Lesiones nerviosas en la diabetes
Los daños neurológicos se manifiestan de varias formas. Si un solo nervio funciona de forma inadecuada, aparece una debilidad repentina en un brazo o en una pierna. Si se dañan los nervios de las manos, de las piernas y de los pies (polineuropatía diabética), la sensibilidad se altera y aparece hormigueo o dolor urente y debilidad en los brazos y en las piernas. Los daños en los nervios de la piel predisponen a sufrir más heridas porque se pierde la sensibilidad para percibir los cambios de presión o de temperatura.
Cuidado de los pies en personas diabéticas
Supervisión y prevención de las complicaciones de la diabetes
En el momento del diagnóstico y por lo menos una vez al año, se realiza una revisión para detectar la presencia de posibles complicaciones de la diabetes de tipo 2, como daño renal, ocular y neurológico. Los médicos comienzan a realizar pruebas de detección en personas con diabetes tipo 1 a los 5 años después del diagnóstico. Las pruebas de cribado habituales incluyen lo siguiente:
- Examen de los pies para comprobar la sensibilidad y buscar signos de mala circulación (úlceras, pérdida de cabello)
- Exploración ocular (realizado por un especialista de los ojos, un oftalmólogo)
- Determinación de la función renal mediante análisis de sangre y de orina
- Análisis de sangre para determinar los niveles de colesterol
- En ocasiones, un electrocardiograma
Se puede evitar o retrasar que las complicaciones empeoren mediante un control estricto de la glucemia o mediante un tratamiento farmacológico temprano. En cada consulta médica, se evalúan los factores de riesgo cardiovascular, como la hipertensión arterial y los niveles elevados de colesterol, y se tratan con fármacos, si fuera necesario. Otra complicación frecuente es la enfermedad de las encías (gingivitis), por lo que es importante acudir periódicamente al dentista para la limpieza bucal y otros cuidados preventivos.
Prevención de la hipoglucemia
Cuando se padece diabetes, resulta difícil mantener una glucemia normal inyectando insulina o tomando otros medicamentos. La principal dificultad en el control estricto de la glucemia es la aparición de hipoglucemia (concentración baja de glucosa en sangre). Detectar la presencia de hipoglucemia es importante porque su tratamiento es una urgencia. Los síntomas pueden incluir hambre dolorosa, taquicardia, temblores, sudoración e incapacidad para pensar con claridad.
El azúcar debe entrar en el organismo en cuestión de minutos para evitar un daño permanente y aliviar los síntomas. La mayoría de las veces basta con ingerir azúcar. Casi cualquier forma de azúcar es válida, aunque la glucosa actúa con mayor rapidez que el azúcar de mesa (el azúcar de mesa común es sacarosa). Se suelen llevar comprimidos de glucosa o envases con gel de glucosa. Otras opciones consisten en beber un vaso de leche (que contiene lactosa, un tipo de azúcar), agua azucarada o zumo de frutas o comer un pedazo de pastel, algo de fruta u otro alimento dulce. En situaciones más graves, puede ser necesario que los médicos de urgencias inyecten glucosa en una vena.
Otro tratamiento para la hipoglucemia consiste en administrar glucagón. El glucagón se puede inyectar por vía intramuscular y provoca que el hígado libere grandes cantidades de glucosa en cuestión de minutos. Existen pequeños estuches portátiles que contienen una jeringa precargada con glucagón para su uso en situaciones de urgencia, especialmente útil si se padecen crisis frecuentes de hipoglucemia.
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